mayo 09, 2008

Miedo a ser feliz, miedo a tenerla junto a mí...


He seleccionado como título, parte de la letra de una canción de Mónica Naranjo, pues creo se adhiere perfectamente a una situación particular que quisiera comentarles. Dada la explicación, ahora, como dicen: "a lo que vinimos".

El asunto es que a veces experimenta uno cierto deja vu que le pone los pelos de punta. Recuerdo hace años, que siendo yo inexperta e ingenua en cuestiones del amor lésbico y la salida del closet con la familia... Tuve miedo de vivir lo que sentía. Ella era un poco mayor que yo -11 años mayor, para ser exacta-, existía una atracción mutua casi mágica, una preciosa ilusión, aquellos sueños que se inventa una a esas edades (aunque confieso, aún me los invento), y las mentiras en la casa para poder salir con ella un poco tarde, para explicar por que el domingo no podía ya ir con la familia al restaurante y luego a misa. Mentiras y más mentiras, que si tenia deberes por hacer, que estudiar para un examen con unas "compañeras" de la universidad, que un proyecto por entregar en dos días, en fin, ustedes imagínense la mentira, que con certeza yo la dije.

Con el tiempo, creo que ella llegó a cansarse del asunto, además yo me sentía mal por la parte económica, pues como estudiante, dependía de lo que mis padres me daban, y podía alcanzar para invitarla yo a una cerveza, pero jamás pensar en pagar siquiera una noche de motel. Estaba jodido el asunto, o al menos en ese momento me lo parecía. No obstante, estuvimos juntas por cinco meses, todo un récord a esa edad, al menos para mí lo fue. Si bien la decisión fue mutua y por supuesto dolió muchísimo, insistí varias veces en volverlo a intentar, pero ambas sabíamos que no tenía pies ni cabeza y mi familia como que sospechaba algo, pues lejos de preguntarme sobre mis misteriosas salidas, me interrogaban al punto de empezar a percibirles como el santo oficio. No estaba yo, en ese momento, dispuesta a enfrentarles y descubrirme cuando aún no terminaba tan siquiera de aceptarme yo misma, de decirme para mis adentros: "soy lesbiana".

Pero ahora, 15 años después, puedo decir que estoy fuera del armario para con la mayoría de quienes me conocen, incluyendo familia y amigxs de la infancia y adolescencia. No con todxs fue fácil, pero hice lo que sentí debía hacer, vivir de acuerdo a mi sentir, sin agachar la cabeza y orgullosa de mi forma de amar, de saberme lesbiana. Cuesta, cuesta mucho, qué miedo puede llegar una a sentir... pensaba que mi madre se iba a morir, mi padre me dejaría de hablar, en fin... nadie murió y salvo un par de amigas lesbofóbicas y en extremo moralistas, la vida continuó su marcha.

Ahora tengo un trabajo, rento una casa, siento mi vida plena y dependo únicamente de mí; aunque el amor hace mucho no llamaba a mi puerta. ¿Y adivinen que? Pues nada, tan solo que he tenido la alegría y la dicha de conocer a Gabi, una maravillosa mujer, una alma hermosa, una mente clara; y, honestamente, estoy sintiendo un indescriptible manantial de sentimientos y emociones por ella. Creo que todo parece alucinante, pero espera a que te diga el meollo del asunto. Ella tiene 20 años, yo 33. ¿Es o no conocida la historia? No quisiera que se repita, de verdad que no, mas cómo pensar que todo va ir sobre ruedas cuando ya estuve en la misma situación, aunque en distinta posición.

He hablado con ella al respecto, le comenté lo que viví hace 15 años, mis temores de entonces, mis temores actuales... Ay, pero esta osada mujer no teme a nada ni a nadie. Ahora sí que el deja vu se desvanece, pues yo tenía a su edad tanto miedo a todo; en cambio Gabi, tiene un ímpetu, una fuerza, un valor y una certeza de las decisiones que toma, de lo que siente y desea, que me asusta a mí muchas veces, su impulsiva e irreverente personalidad, su desafiante juventud.

Aclaro que no me siento vieja ni mucho menos, será quizás que las épocas cambian, que siempre he sido un tanto temerosa o precavida ante la toma de decisiones importantes; no sé, lo que sé es que Gabi empieza a inyectar la misma irreverencia en mí, me hace atrevida, desafiante, loca... Loca por ella es lo que estoy, pero ¿que hacer?

Le doy vueltas y vueltas a la situación. Veinte años, aún le faltan 4 años para concluir sus estudios universitarios y entrar de lleno a la vida laboral; vive con su madre, su abuela, una tía viuda, una hermana divorciada, dos hermanas menores y un sobrino de 2 años... la típica familia extendida, y muy matriarcal, como podrán notar. Por mi parte, pues vivo sola, desde hace 4 años terminé con la que fuera mi pareja por 9 años... no quedan fantasmas, tranquilas, todo se acabó porque a ambas se nos murió el amor, una historia larga y la verdad, no viene al caso.

Los nubarrones que oscurecen mi día cuando Gabi no está conmigo, tienen que ver precisamente con las diferencias que nos envuelven y no precisamente la edad, sino el entorno, la vida que debido a la edad cada una tiene, las experiencias vividas, el camino recorrido y el que falta por andar, la vida familiar y sus circunstancias.

Estar a su lado para cuando decida hablar con su familia y salir del closet -que lo hubiese hecho hace días, si no es que le digo que espere un poco, que no lo tome tan a la ligera-; estar a su lado durante los años de vida universitaria que aún tiene por delante; estar a su lado limitando nuestras salidas, invitaciones y regalos pues, obviamente, se siente incómoda por su escaso bolsillo de estudiante; estar a su lado, simplemente estar y esperar.

Una parte de mí me dice:
-Te gusta, te encanta, disfrutas cada segundo a su lado, se paciente, ve despacio, espera, no hay prisa, tienen una vida por delante y el amor está llegando. Es una mujer maravillosa, tienen cientos de afinidades y las diferencias las disfrutan, pues crecen juntas...-

Pero por otro lado, mi yo pesimista o quizás realista, no lo sé, me saca intempestivamente de mi ensueño, me sacude diciendo:

-Es una jovencita, no estás para empezar a cambiar pañales, para enfrentarte a una familia que aún no sabe nada, para tener quizás una "suegra" llamándote, haciéndote preguntas, y si es demasiado loca, con suerte hasta amenazándote o tocándote la puerta. Recuerda que las suegras vienen en todos los tamaños, formas y colores, y si es lesbofóbica, qué va a ser la bruja de Blancanieves... Además, ya pensaste si están dispuestas a tener un noviazgo de poco más de 4 años mientras ella termina su carrera y empieza a trabajar; ¿o acaso hablaron de vivir juntas? ¿Se mudaría a tu casa y te harías cargo de sus gastos todo ese tiempo? ¿Estaría ella dispuesta a aceptarlo?-

Pues no, no lo hemos hablado, apenas tenemos un mes de estar saliendo juntas y estoy llevando todo muy despacio, no tengo prisa ni quiero correr. Además, ella aún no ha tenido mayor experiencia con una mujer y no quiero presionarla a nada. Me contó que en la universidad estuvo medio saliendo con una compañera hace un año, que fueron un par de veces a bailar a una disco de ambiente, pero que únicamente se besaron, se acariciaron, y al final su compañera sintió temor de ir más allá, y como lo que andaban era curioseando, pues ahí terminó la historia.

No quisiera convertirme yo en una "curiosidad" para ella, prefiero esperar, pues entre las dos está aflorando un sentimiento hermoso, una química, una magia, una compenetración que va más allá del deseo sexual per se. Llámenme cobarde si se quiere, quizas sí, lo soy. Tengo miedo, miedo a ser feliz, miedo a tenerla junto a mí...